Con esfuerzo y constancia, este negocio familiar ha comenzado a soñar en grande. Los planes ya no se quedan dentro de Honduras: están en la recta final para exportar a Estados Unidos, un proceso que ha implicado aprender de calidad, logística y, sobre todo, de las necesidades del cliente internacional.
Como todo emprendimiento, hay días buenos y otros en los que no se vende nada. Pero eso no ha detenido su avance. Al contrario, ha sido parte del aprendizaje: entender que crecer es un proceso de un día a la vez, con una red de apoyo que se fortalece paso a paso.